TASHARUK

GÉNERO, CULTURA Y RESISTENCIAS EN PALESTINA

النوع والثقافة والمقاومة في فلسطين

Nacer de nuevo

año 2020
28 años
gobernación de Nablus (pueblo)

Cuando entré al Refugio, era una chica débil, aturdida, pensaba que yo era la culpable de la violencia que había sufrido. No tenía ganas de seguir viviendo. Pues la vida no estaba hecha para mí. Sentía fracaso, desesperación, desilusión y frustración. No encontraba ni el significado ni el sentido de mi existencia. Cuando entré por primera vez al Refugio, comencé a sentirme de forma gradual segura y tranquila. Había otras chicas que también tenían problemas y había gente que hacía cosas por nosotras. Empecé a pensar de una forma diferente, con esperanza y optimismo. En el Refugio me propusieron terminar mis estudios de Secundaria, pero me negué puesto que pensaba que sería imposible aprobar, pues yo solo había terminado primaria y era muy floja en todas las materias, por lo que necesitaría un milagro que difícilmente ocurriría. Me lo volvieron a proponer y esta vez me convencieron diciéndome: «tú puedes hacerlo si trabajamos todos juntos». Un día fui a Dirección, había decidido matricularme para finalizar mis estudios de Secundaria en la escuela y les pregunté: «¿me ayudáis?». Entonces vi en sus rostros una alegría que hizo que me pusiese el doble de contenta. Esta alegría me supuso una responsabilidad, me inscribí en el examen orientativo de educación y enseñanza. Para ayudarme, me trajeron libros y profesores para las asignaturas de inglés, matemáticas, lengua árabe y tecnología. Esta alegría me supuso una responsabilidad, me inscribí en el examen orientativo de educación y enseñanza. Para ayudarme, me trajeron libros y profesores para las asignaturas de inglés, matemáticas, lengua árabe y tecnología. Para ayudarme, me trajeron libros y profesores para las asignaturas de inglés, matemáticas, lengua árabe y tecnología.

Fue un año extraño, como un sueño, o el principio de la consecución de un sueño. He sufrido mucha violencia, sin embargo, el equipo de del Refugio escribió sobre un cartel grande: «NOTA MEDIA 90/100 – ENHORABUENA», y lo colgaron en mi cuarto. Este cartel me sirvió de ánimo durante toda la época de mis estudios. A lo largo de ese año y de mis estudios no pensé en la violencia, ni en el por qué, ni en el cómo, sentía que estaba en la etapa de parto e iba a nacer de nuevo. Estuve esperando las notas y presintiendo que había aprobado, entonces me dijeron que había aprobado y que mi media era de 75,6/100, justo entonces me postré ante Dios y le agradecí todo aquello. Comencé a llorar, pero eran unos llantos diferentes a los llantos de siempre, a los llantos de la violencia. Estos eran unos llantos curiosos, de alegría, de victoria, de gratitud, fue como nacer de nuevo. Por primera vez el sol salía en mi vida.

Una vez en la universidad, me prometieron celebrarme una gran fiesta, por primera vez en mi vida, la primera vez que recibía un diploma, me regalaron flores y regalé flores a la Dirección y a las empleadas del Refugio. Se repartieron unos platos entre todos los asistentes con una expresión muy bonita que escribió Mahmud Darwish: «sobre esta tierra hay algo que merece vivir». Las beneficiarias y yo hemos diseñado y dibujado esos platos en el Refugio. Mi familia fue invitada a la celebración y ahora se enorgullece de mí, especialmente, teniendo en cuenta que soy la primera chica de la familia que accede a la universidad.

Durant el primer i segon any de carrera vaig treure molt bones notes i vaig aEn el primer y segundo año de carrera, saqué muy buenas notas y logré ser una de las primeras de la clase en la materia de Servicio Social. El Refugio me apoyaba con todas las herramientas de orientación social y orientación individual. Colaboré con las especialistas en un experimento de actividades para compartir beneficios. Abandoné el Refugio y regresé con mi familia, sin embargo, no estaba nada a gusto en casa, pero la situación era mil veces mejor que al principio. Un día me llamó la Dirección del Refugio y me propusieron hacerme voluntaria en el centro a cambio de una pequeña cantidad de dinero, lo que me alegró muchísimo, fue una magnífica noticia para mí, entonces supe que las circunstancias, la violencia y las dificultades no pueden con las ambiciones, los sueños y la voluntad. Empecé a tener mucha más confianza en mí misma. Trabajé en el Refugio con mujeres víctimas de violencia, trabajaba como instructora de acogida de las beneficiarias. Hablaba con ellas y me identificaba con lo que pensaban, lo que sentían, lo que necesitaban. Conocía lo que quería saber o lo que necesitaba cada beneficiaria y cómo podían las beneficiarias sentirse seguras. Veía con sus propios ojos, sentía lo que sentían y daba recomendaciones relativas a ellas, puesto que yo era una parte de ellas y trabajaba para el beneficio de ellas. Hoy en día, también me he convertido en educadora, supervisora e instructora del equipo del Refugio, formo parte de las consultoras especiales de las beneficiarias, ahora soy empleada y una nueva supervisora en la sala de confinamiento del coronavirus, este es mi primer contrato y mi primer acuerdo laboral. No hay frustración y no a la violencia.